Hablemos del suicidio

El suicidio es una experiencia devastadora, rodeada de emociones desconocidas y difíciles de gestionar; de estigmas y tabús; y de escasez de recursos, que terminan en una falta de información de gran impacto social.

La cifra de suicidios anuales en España es de 3.539. En concreto en Aragón se consuman unos 120 suicidios anuales.

Esta falta de información remite al miedo. Miedo al juicio (que lleva al silencio), a la ofensa (que lleva a la percepción de falta de apoyo), a evitar pensar sobre el tema (que hace que los pensamientos incrementen y sean más disruptivos). Y con de ello se alimentan mitos y falsas creencias, que llevan al desconcierto y a la escasa actuación.

Así pues, es necesario comenzar a hablar sobre este tema y poner en marcha las herramientas, espacios y recursos de prevención/intervención que respondan a las necesidades y demandas existentes.

Dando a conocer la realidad

El suicidio es una de las tres causas principales de mortalidad en todo el mundo; la primera si hablamos de población joven. El denominador común de las personas que realizan tentativas y/o lo consuman es el sufrimiento y el deseo de acabar con este, que conduce a la persona a pensar que no hay otra solución.

Ayudando a romper estigmas

Las personas que hablan de ideas suicidas no quieren llamar nuestra atención; lo que necesitan es que escuchemos lo que nos quieren transmitir, su dolor.

Suicidarse no es la opción fácil, ni difícil. No debemos asociar conceptos abstractos a esta conducta, pues podrían derivar en el efecto contrario al deseado.

No existe el efecto llamada, sí el efecto Papageno, el del tratamiento adecuado y responsable de la información sobre suicidio, que lo reduce al facilitar información relevante en afrontamiento.

El suicidio sí se puede prevenir garantizando el acceso a información sobre las alternativas a su estado, junto a la existencia de recursos específicos.

Fomentando recursos de apoyo y prevención

Generalmente, se suele poner el foco en los factores que aumentan un mal desenlace (factores de riesgo). Sin embargo, es importante saber que existen, y trabajar, sobre los factores personales y sociales que ayudan como variables preventivas y funcionan como protección personal (factores de protección); son algo así como vitaminas del bienestar. Algunas de ellos son:

1.         Apoyo social: sentirse acompañado/a, escuchado/a y comprendido/a por el entorno.

2.         Ocupación laboral: implica sentimientos de utilidad y valía personal.

3.         Aficiones e intereses y/o cualquier otra variable que nos movilice y nos haga sentir provechosos y provechosas.

4.         Fluidez comunicativa: capacidad de explicarse y expresarse de una manera adecuada.

5.         Autogestión y autonomía: habilidades de planificación y solución de problemas.

6.         Desarrollo de acciones de autocuidado teniendo en cuenta las propias necesidades.

7.     Flexibilidad mental: toma de distancia con los propios pensamientos o juicios que permita responder de manera adaptativa a diferentes situaciones.

8.         Capacidad de expresión emocional y tolerancia a las reacciones emocionales (propias y ajenas).



Desde AFDA * se ha visibilizado esta situación, a través de la realización de las jornadas de prevención del suicidio “Hablemos del Suicidio”. Con el objetivo de acercar, al máximo de población posible, esta realidad.

Vídeo de la jornada:


*Asociación AFDA con su proyecto Programa de mantenimiento del bienestar   forma parte de la Red Aragonesa de Proyectos de Promoción de la Salud.

 

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